Martes 24 de mayo de 2022.


INICIAMOS EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMEN

Una madre que hacía años había visto marchar a su hijo, mantenía su casa como si todavía él la habitara. Había cerrado algunas estancias, pero la habitación del hijo, el salón y el jardín lucían un aspecto cuidado y elegante. Le visitó una amiga, y, al verlo todo tan dispuesto, le preguntó:

  • Querida, ¿cuánto tiempo hace que estás sola?
  • Quince años -respondió la señora.
  • ¿Y tu hijo te escribe?
  • Sí, sus últimas noticias son de hace dos años.
  • ¿Y no te parece mucho tiempo para tenerlo todo tan cuidado?
  • ¿Y quién te dice a ti -repuso la madre- que no va a volver mañana?, incluso en este mismo momento.

REFLEXIÓN:

“Una madre no se cansa de esperar…” Y la madre de aquí no puede hacer más: esperar. La virgen María, además de no cansarse de esperar, nos ayuda a volver.

Un buen comentario puede ser este precioso canto a María:

“Cuántas veces siendo niño te recé, 

con mis besos te decía que te amaba.

Con el tiempo, olvidándome de Ti,

por caminos que se alejan me perdí.

Hoy he vuelto, Madre, a recordar

cuántas cosas dije ante tu altar,

y al rezarte, puedo comprender

que una madre no se cansa de esperar”.

AMEN

DECIMOS JUNTOS:

Padre nuestro…

Dios te salve María…

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

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