¡Buenos días!
Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
NO TENGO A NADIE QUE…
El evangelio nos muestra la compasión de Jesús en muchas situaciones.
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Por ejemplo, nos dice que “En Jerusalén había una piscina llamada Betzatá, donde estaban tendidos muchos enfermos. Entre ellos había uno que llevaba mucho tiempo allí tendido. Jesús se compadeció y le dijo ¿quieres curarte? Respondió: No tengo a nadie que me meta cuando se remueve el agua. Jesús le dijo: ―Levántate, coge tu camilla y anda. En aquel momento el hombre recobró la salud y comenzó a caminar. (Cfr. Jn.5,1-9)
Video: Anda… levántate y anda: https://youtu.be/91jgDM45yAg
- Jesús se compadece de este enfermo.
Es decir: Padece con…, sufre con su enfermedad y se acerca y le ayuda a salir de esa situación.
- Nosotros estamos aquí para ayudarnos unos a otros en las dificultades que encontramos en nuestro camino. Nos Compadecemos ante la situación a veces difícil de aquellos compañeros/as. ¿O tal vez también tienen que decir “No tengo a nadie que me eche una mano…”
Cuando estamos tumbados en nuestra camilla de la vida. Jesús se acerca a nosotros y nos dice: ¡levántate!, ¡comienza a caminar!, ¡no des nada por perdido!
Si estás desanimado pide a Jesús que cure tu desánimo. Está dispuesto a echarte una mano siempre.
Decimos todos juntos:
PADRE NUESTRO…
DIOS TE SALVE MARÍA…
GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO…