Lunes, 18 de septiembre de 2023 


¡Buenos días!

 Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Cada mañana (Ruah ) https://youtu.be/6A3AS5oavA0

Cierra los ojos, céntrate en tu interior, hazle un hueco a tu interioridad, a tu más profundo yo…

ABIERTOS

Regálanos UN CORAZÓN ABIERTO

Ábreme la puerta del corazón, (Señor),

que vengo solo y cansado del camino,

de mi vida descentrada.

Déjame sentarme contigo junto a otros que te quieren,

todos al amparo de tu amor, de tu ternura.

Regálame en la frente un beso de paz,

para que libere mis tensiones y mis preocupaciones.

Mis ojos están fijos en ti y esperan tu mirada delicada.

Mis manos se alzan hacia ti y esperan tu alimento y fuerza.

Mi corazón está abierto ante ti y espera tu amor.

Mis pies caminan hacia ti y busco llegar a tus brazos.

Ábreme la puerta del corazón, que vengo solo y cansado.

Ahora siento tu calor y tu cariño, tu ternura.

Ya no estoy cansado.

– Amén

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 7,1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaúm.

Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».

Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; y a mi criado: «Haz esto», y lo hace».

Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».

Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano. Palabra del Señor.

Decimos juntos:

Padre nuestro…

Dios te salve María…

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

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