¡Buenos días!
Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
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Cuando Marcelino tiene 14 años, un sacerdote de paso por su casa, le hace descubrir que Dios le llama al sacerdocio. Marcelino, cuya escolaridad había sido muy deficiente, se pone a estudiar con todo ardor «porque Dios lo quiere», mientras sus parientes cercanos, conocedores de sus limitaciones, tratan de disuadirle. Los años difíciles de su estancia en el seminario menor de Verriéres (18051813) son para él una etapa de extraordinario crecimiento humano y espiritual. En el seminario mayor de Lyon tiene por compañeros, entre otros, a Juan María Vianney, futuro Cura de Ars, y a Juan Claudio Colin, que más tarde será el fundador de los Padres Maristas.
Forma con otros seminaristas un grupo cuyo proyecto es fundar una congregación que comprendiera sacerdotes, religiosas y una orden tercera, que llevaría el nombre de María, la «Sociedad de María», cuya finalidad sería recristianizar la sociedad civil. Conmovido por la miseria cultural y espiritual de los niños de los pueblos, Marcelino siente la urgencia de crear dentro del grupo una congregación de Hermanos que dedicaran a la educación cristiana de la juventud. Decía con frecuencia: «No puedo ver a un niño sin sentir el deseo de decirle cuanto le ama Jesucristo».
ORACIÓN
Querido Marcelino, ruega a Jesús por mí y por mis amigos para que haga siempre el querer de Dios, para que ame mucho a María, que seamos bondadosos con todos lo necesitados. Amén. San Marcelino, Dios te concedió la gracia de seguir caminos de sencillez evangélica y de guiar a la juventud por medio de María. Amén
Padre nuestro…
Dios te salve María…
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…