SEGUNDO DÍA DE LA NOVENA. MARÍA. HUMILDAD Y TERNURA: CAMINOS DE FRATERNIDAD.


Monición.

Queridos Hermanos y hermanas:

En este segundo día de la Novena de Navidad reflexionaremos sobre la humildad y la ternura, como medios para alcanzar una verdadera fraternidad. Dios mismo elige este camino para acercarse al ser humano, por eso se fija en el humilde, se fija hoy en cada uno de nosotros para que podamos acercarnos a los demás María por tanto nos acompañen este peregrinar y nos invita a responder “SÍ” al Señor que nos llama.

Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración Inicial

Señor Jesucristo.

Pan vivo bajado del cielo:

Mira al pueblo de tu corazón

que hoy te alaba, te adora y te bendice.

Tú que nos reúnes alrededor de tu mesa

para alimentarnos con tu Cuerpo, 

haz que superando toda división, odio y egoísmo, 

nos unamos como verdaderos hermanos, 

hijos del Padre Celestial. 

Envíanos tu espíritu de amor, 

para que buscando caminos de fraternidad:

paz, diálogo y perdón,

colaboremos para sanar las heridas del mundo. 

Amén.

Escuchemos la Palabra.

En aquel tiempo, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el Ángel a donde ella estaba y le dijo: “alégrate llena de Gracia El Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El Ángel le dijo: “no temas, María, porque haz hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús.” María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto puesto que yo permanezco virgen?» El Ángel le contestó: “el Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril porque no hay nada imposible para Dios”. Mira contestó: “yo soy la esclava del señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. y el Ángel, dejándola, se retiró. 

Palabra del Señor.

Reflexionemos.

En el pasaje que acabamos de leer, se nos presenta la figura de María, mujer del sí generoso. Ella, ha sido escogida para ser la madre de Jesús, decisión difícil para una joven de su edad y aunque solo contaba con la humildad y la ternura de su corazón, se hace de su respuesta una opción pensada no para ella, sino para bien de la humanidad que será salvada y estará siempre iluminada por la fraternidad.

Como María, debemos ser signo de fraternidad en medio de nuestras realidades, partiendo de nuestra cotidianidad. La experiencia del Dios amor, se hace concreta y se evidencia en nuestras actitudes de humildad y ternura, que no nos hacen débiles, sino que nos permiten manifestar con nuestras acciones la presencia de un Dios que se ha fijado en la humildad de María para hablarle al corazón.

Peticiones.

María, hoy nos invita a estar atentos a la voluntad de Dios en nuestras vidas y escuchar su voz que nos habla en toda circunstancia. Presentemos nuestras súplicas diciendo:

 Señor, ayúdanos a vivir con humildad y ternura.

  1. Por todas las mujeres, para que a ejemplo de María, puedan vivir a plenitud su ser femenino y puedan ser testimonio de humildad y ternura, en lo cotidiano de la vida. OREMOS.
  2.  Por todas las niñas, adolescentes y jóvenes, que han sido víctimas de cualquier tipo de violencia para que puedan experimentar como la fraternidad sana las heridas que llevan en su ser. OREMOS.
  3.  Señor te pedimos por la Vida Consagrada, los Institutos Seculares, y las Sociedades de Vida Apostólica, para que puedan seguir siendo luz en medio de las realidades cotidianas en donde realizan su misión. OREMOS.
  4. Por todos los matrimonios jóvenes que han asumido la tarea de formar un hogar, para que con humildad y ternura puedan vivir a plenitud su misión. OREMOS.

Presentando a nuestra mamita Cristina Maruri, por su pronta recuperación, decimos juntos: Padre nuestro… Dios te salve María… Gloria al Padre…

Oración Final.

Un hijo se nos ha dado.

Eres tú, Jesús,

el Hijo que me hace hijo.

Me amas como soy,

no como yo me creo que soy; yo lo sé.

 Al abrazarte, niño del pesebre,

abrazo de nuevo mi vida.

Acogiéndote, Pan de vida,

también yo quiero entregar mi vida.

Tú que me salvas, enséñame a servir.

Tú que no me dejas solo, 

ayúdame a consolar a tus hermanos,

porque – Tú sabes – desde este día

 Todos son mis hermanos.

Amén. 

(Opcional)

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