Monición
Queridos Hermanos:
En este quinto día de la Novena de Navidad, estamos llamados a entonar juntos un salmo de fraternidad, pues María con el Magníficat proclama la grandeza del Señor y representa la esperanza de los anawin (los pobres de Yahvé). Cada vida es un salmo de fraternidad. María es la portavoz de un pueblo y a la vez, representa la voz de los que no tienen voz. La vida es un don que recibimos a plenitud, y no tiene fin, pues la esperanza de la vida eterna nos permite comprender que la misericordia del Señor llega de generación en generación.
Iniciamos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Inicial
Señor Jesucristo.
Pan vivo bajado del cielo:
Mira al pueblo de tu corazón
que hoy te alaba, te adora y te bendice.
Tú que nos reúnes alrededor de tu mesa
para alimentarnos con tu Cuerpo,
haz que superando toda división, odio y egoísmo,
nos unamos como verdaderos hermanos,
hijos del Padre Celestial.
Envíanos tu espíritu de amor,
para que buscando caminos de fraternidad:
paz, diálogo y perdón,
colaboremos para sanar las heridas del mundo.
Amén.
Escuchemos la Palabra.
Lectura del Evangelio según San Lucas. Lc 1, 46-56.
En aquel tiempo, dijo María: «Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada. Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre”. María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Palabra del Señor.
Reflexionemos.
María cuando canta las maravillas del Señor, reconoce como él ha derribado del Trono a los poderosos y ha enaltecido a los humildes, entona un salmo de fraternidad, que solo se puede proclamar desde la gratuidad y la humildad.
La gratuidad es una actitud personal, Es dar sin esperar ninguna recompensa; es convertir la vida en don, servicio, diálogo, comunión y participación. La gratuidad viene del amor y conduce al amor.
La humildad es una forma de vida y crecimiento espiritual. Es una vida por donde penetran otras como la modestia, la mansedumbre, la prudencia, la fe, la esperanza y la bondad.
Peticiones.
El Magnificat nos invita a proclamar con un salmo de fraternidad con nuestra propia existencia. Hoy el Señor espera nuestra respuesta firme y decidida. Digamos después de cada petición:
Permítenos proclamar juntos un salmo de fraternidad.
- Por todas las personas que cuidan a enfermos terminales y en cuidados paliativos, para que puedan mantener firme su mirada en el señor y su confianza total en él. OREMOS.
- Todos los enfermos, para que puedan ver en esta experiencia de dolor y sufrimiento, una oportunidad para glorificar al Señor con la realidad que vive. OREMOS.
- Por todas las familias que atraviesan momentos de dificultad por la enfermedad de alguno de sus miembros (en especial por la familia de Cristina Maruri y Mikaela Mejía), para que se fortalezcan su vida de fe y su esperanza. OREMOS.
- Por todos nosotros, para que la participación en esta Novena de Navidad, nos motive a vivir en fraternidad mientras preparamos nuestro corazón para la venida del Señor. OREMOS.
Padre nuestro… Dios te salve María… Gloria al Padre…
Oración Final.
Un hijo se nos ha dado.
Eres tú, Jesús,
el Hijo que me hace hijo.
Me amas como soy,
no como yo me creo que soy; yo lo sé.
Al abrazarte, niño del pesebre,
abrazo de nuevo mi vida.
Acogiéndote, Pan de vida,
también yo quiero entregar mi vida.
Tú que me salvas, enséñame a servir.
Tú que no me dejas solo,
ayúdame a consolar a tus hermanos,
porque – Tú sabes – desde este día
Todos son mis hermanos.
Amén.
(Opcional)