OCTAVO DÍA DE LA NOVENA. LOS MAGOS. LA FRATERNIDAD UNIVERSAL ES POSIBLE.


Monición

Queridos Hermanos:

En la recta final de nuestra Novena de Navidad, con este octavo día nos dejamos conducir por estar el día de Belén, así como lo hicieron los magos. La Iglesia es signo de fraternidad universal porque es para todos, la solidaridad es pensar en el bienestar de los demás, pues en el mundo no estamos solos. Hoy más que nunca la paz es una prioridad, porque la falta de fraternidad y de diálogo, son la causa de una guerra sin precedentes, que solo terminará con la presencia verdadera de Jesús pan vivo bajado del cielo. 

Iniciamos, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración Inicial

Señor Jesucristo.

Pan vivo bajado del cielo:

Mira al pueblo de tu corazón

que hoy te alaba, te adora y te bendice.

Tú que nos reúnes alrededor de tu mesa

para alimentarnos con tu Cuerpo, 

haz que superando toda división, odio y egoísmo, 

nos unamos como verdaderos hermanos, 

hijos del Padre Celestial. 

Envíanos tu espíritu de amor, 

para que buscando caminos de fraternidad:

paz, diálogo y perdón,

colaboremos para sanar las heridas del mundo. 

Amén.

Escuchemos la Palabra.

Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo con ella. Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: en Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén como diciéndoles: “vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando la encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo”. Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto, la estrella que había visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría.

Palabra del Señor.

Reflexionemos.

Una de las fiestas más entrañables en el período navideño es la epifanía, en la que encontramos a los magos venidos de lejos, a los cuales Dios «se manifiesta comilla abro paréntesis Eso significa con ella epifanía «cierro paréntesis, lo cual nos hace entender que ese Dios que ha venido y se ha hecho carne de nuestra carne desea ser luz para iluminar a todas las gentes de todas las razas Y de todos los pueblos.

Estos “sabios” de oriente, que son los primeros frutos de los pueblos “paganos” que vienen a rendir homenaje al Señor recién nacido, representan a todas las naciones del mundo, llamadas a vivir como hijos de Dios.

La relación a la que estamos llamados quienes somos hijos de Dios es la de ser hermanos, la fraternidad universal. Un cristiano tiene la vocación de hacerse hermano de cada persona, sin distinguir entre el de mi pueblo y el extranjero: todos somos hijos de Dios, llamados a vivir en fraternidad.

Peticiones.

El camino que siguieron los magos estuvo iluminado siempre por la luz de la Estrella. Presentamos al Señor nuestras peticiones diciendo:

  1. Por todos los países que están en guerra, para que sus gobernantes comprendan que la fraternidad es el único camino para alcanzar la paz tan anhelada. OREMOS.
  2.  por todas las víctimas de la violencia, de la guerra y de los conflictos sociales, para que a pesar del dolor que viven experimenten la protección amorosa de Dios. OREMOS.
  3. En este contexto de guerra que vive nuestro mundo, pidamos al Señor que nos permita construir todos los días la fraternidad universal que necesitamos. OREMOS.
  4. Por todos quienes hemos participado en la novena de Navidad a la luz de la fraternidad, para que podamos hacer vida todo cuanto hemos comprendido e interiorizado. OREMOS.

También, te pedimos por la pronta recuperación de Cristina Maruri y Mikaela Mejía y junto a ellas decimos: Padre nuestro… Dios te salve María… Gloria al Padre…

Oración Final.

Un hijo se nos ha dado.

Eres tú, Jesús,

el Hijo que me hace hijo.

Me amas como soy,

no como yo me creo que soy; yo lo sé.

 Al abrazarte, niño del pesebre,

abrazo de nuevo mi vida.

Acogiéndote, Pan de vida,

también yo quiero entregar mi vida.

Tú que me salvas, enséñame a servir.

Tú que no me dejas solo, 

ayúdame a consolar a tus hermanos,

porque – Tú sabes – desde este día

 Todos son mis hermanos.

Amén.

(Opcional)

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