Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La Madre Teresa dejó Europa y se fue a la India. Allí vio un campo de acción más compro- metido. En Calcuta dedicó su vida a los moribundos.
Calcuta tiene más de diez millones de habitantes. Es la ciudad en donde la gente muere en las aceras en el más completo abandono.
Por eso, por la mañana, al amanecer, la Madre Teresa daba vueltas por los barrios más pobres de Calcuta para recoger a los que agonizan en las aceras. Recogía a todos: viejos, jóvenes, mujeres y niños, y los llevaba al Hospital de la Misión.
La Madre Teresa nos dice:
“Cada uno ha de ver a Jesús en la persona del pobre. Cuanto más difícil sea el trabajo, tanto más fuerte ha de ser la fe y el amor para los más necesitados”.
Dios solamente tiene una cara, la cara del amor.
El V. H. Gabriel, como la Madre Teresa, lo descubrió pronto.
Dios actuaba en su vida. Supo pararse, fijar la atención en lo importante, descubrir en su vida qué era lo mejor. Puso sus cinco sentidos en hacer la voluntad de Dios.
Te damos gracias, V. H. Gabriel, porque siempre intentaste hacer lo que Dios quería. Gracias por tu ejemplo de atención y disponibilidad. Yo también quiero hacer lo que Dios me pide,
Y así amar a los demás como Dios los ama. Gracias, Señor, por el V.H. Gabriel
Terminamos diciendo:
PADRE NUESTRO…
DIOS TE SALVE MARÍA…
GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO…