¡Buenos días!
Empecemos esta mañana en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
María en nuestro corazón. La escena de las bodas de Caná nos impresiona siempre por esa capacidad de María para acercarse a los demás a través de la bondad de Cristo. Ella es la que marca siempre el camino, el ejemplo.
María les dice a los que sirven la mesa en la boda de aquellos jóvenes cuya boda podía arruinarse por falta de vino el «haced lo que Él os diga». Así, sin más.
En esto se acabó el vino, y la madre de Jesús le dijo: –Ya no tienen vino.
Jesús le contestó: –Mujer, ¿por qué me lo dices a mí? Mi hora aún no ha llegado.
Dijo ella a los que estaban sirviendo: –Haced lo que él os diga.
Es una frase que también va dirigida a mí, a cada uno de nosotros. Hemos de ser como aquellos servidores que siguieron las palabras de María, haciendo caso de su consejo, siguieron la dulzura de sus palabras.
Simple y llanamente llenar los cántaros de agua de nuestra vida. Llenar mi pobre corazón y mi alma sencilla con el agua pura del día a día de la vida, del Jesús vivo y resucitado, de la buena noticia de su Evangelio, del encuentro cotidiano con el Padre en la oración, del encuentro con los demás…
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Por eso hoy le pedimos a la María que le susurre a Jesús al oído y le diga: «No tienen vino». Ella se ocupará de que en los odres viejos de mi vida ponga Jesús el vino nuevo para hacer que mi corazón cambie, se transforme, se convierta en un corazón de carne y no en un corazón de piedra, en un corazón ardiente y no en un corazón de hielo. Es María capaz de obrar este milagro porque Cristo la escucha
Padre nuestro…
Dios te Salve María…
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…