¡Buenos días y feliz semana!
Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen
Ayer domingo (VII de Pascua) celebramos la fiesta de la Ascensión del Señor. Proponemos hoy, como oración de esta mañana, una lectura adaptada del evangelio de ayer. También lo podemos ver a través del siguiente enlace:
Por fin llegó el día en que Jesús se iba a ir del todo. Así que les recordó, por última vez, todo lo que habían vivido juntos en los últimos años. Y les contó que todo eso ya lo habían anunciado los profetas. Quería que entendieran que Él era el Mesías.
¿Qué es eso del Mesías? Pues el que traía la libertad de Dios al mundo.
Sus amigos por fin lo entendían.
Y les dijo: “Os nombro mis testigos.
Tenéis que contar lo que hemos vivido juntos a todo el mundo. Y os mandaré pronto mi Espíritu para que os dé fuerzas y valentía”.
Entonces los llevó Él fuera de la ciudad, en dirección a Betania, y les dio una bendición muy solemne, deseándoles lo mejor. También les dijo que volvieran a la ciudad hasta que les enviara su Espíritu. Y entonces se fue separando de ellos, como yéndose al Cielo. Y cuando se dieron cuenta, ya no estaba.
Pero no estaban tristes, aunque Jesús no estuviera con ellos. Ahora se sentían muy felices, porque por fin habían entendido a su amigo.
REFLEXIÓN:
Una vez resucitado, Jesús hizo algunos encargos a sus amigos: les pidió que se pusieran en camino hacia todos los lugares conocidos de la tierra y comunicaran a todas las gentes lo que le vieron hacer y lo que le oyeron decir, y que animaran a todos a pertenecer al grupo de sus amigos. De este modo, a través de sus amigos, Jesús se fue dando a conocer. Luego él regresó junto a su Padre Dios. A ese momento le llamamos la Ascensión de Jesús al cielo.
Terminamos este momento de oración rezando juntos
PADRENUESTRO…
Dios te salve María…