Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen
Hoy una historia.
Érase una vez una mujer muy devota y llena de amor de Dios. Solía ir a la iglesia todas las mañanas, y por el camino solían acosarla los niños y los mendigos, pero ella iba tan absorta en sus oraciones que ni siquiera los veía.
Un buen día, tras haber recorrido el camino acostumbrado, llegó a la iglesia en el preciso momento en que iba a empezar el culto. Empujó la puerta, pero ésta no se abrió. Volvió a empujar, esta vez con más fuerza, y comprobó que la puerta estaba cerrada con llave.
Afligida por no haber podido asistir al culto por primera vez en muchos años, y no sabiendo qué hacer, miró hacia arriba… y justamente allí, frente a sus ojos, vio una nota clavada en la puerta con una chincheta. La nota decía: «Estoy ahí fuera».
Hoy, Señor, en nuestra oración de familia te decimos:
Señor, que sepamos descubrirte en las acciones del día, en las personas con las que compartimos la vida en el colegio, en la calle y en casa. Estás en cada una de las personas. Te lo pedimos, Señor.
Decimos juntos:
PADRE NUESTRO…
DIOS TE SALVE MARÍA…
GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO…