¡Buenos días!
Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Un corazón que ora
El cristiano sabe dónde encontrar el alimento, las fuerzas, la conexión con el Padre, Dios y con todos los que convive. Sabe dónde reposar, dónde descargar el peso de cada día, de dónde beber y comer para acercarse a los demás, para volver al trabajo y esfuerzo de cada día. La oración es un oasis en el desierto y un retomar energía para la vida y el duro trabajo.
Escuchamos la siguiente canción “Misioneros de tu Ciudad” el enlace del video:
Ayer domingo en la Eucaristía escuchamos esta lectura del evangelio de Lucas sobre la oración auténtica, que nos abre a Dios y a los hermanos. La acogemos para nuestra vida hoy, que retomamos nuestro esfuerzo y rutinas del día a día.
Parábola del fariseo y el cobrador de impuestos (Lc 18,9-14)
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
“Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Encomendamos a Dios, nuestro Padre, por la salud de la señora Katherine Tamayo.
Padre nuestro….
Dios te salve María…
Gloria al Padre…
V/. Venerable Hermano Gabriel Taborin.
R/. Ruega por nosotros