¡Buenos días!
Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Hoy leemos esta historia que, perfectamente podría ser la nuestra:
Aquel día nos sentíamos muy sensibles, porque habíamos visto en un vídeo de un país pobre del mundo, el sufrimiento de miles de niños del Sur … Y nos preguntábamos, perplejos, cómo pueden pasar esas cosas… En la oración de la mañana le habíamos pedido a Dios que las solucionase…
El mismo día, en el patio del colegio, Oscar nos contó, mientras nos comíamos nuestros almuerzos, que él no había podido traer el almuerzo, porque su madre había tenido que llevar a su abuelo a urgencias esa noche y no había vuelto a la hora de ir al colegio, pero nadie compartió su bocata con él …
En ese mismo recreo, Esteban se quedó sin jugar a fútbol, porque éramos impares y, como siempre, nadie le eligió en su equipo, porque es muy malo en los deportes.
Ese mismo día todas las miradas acusaron a Elvira cuando la seño preguntó quién había escrito las tonterías que había en la pizarra, aunque en realidad habíamos sido varios autores, pero a Elvira todos los de clase la tenemos enfilada.
Un poco más tarde, ese mismo día hicimos grupos para realizar un trabajo de “Cono” y Merche mendigó con los ojos que algún grupo la admitiera, pero volvió a quedarse sin grupo, porque es “muy justica” y no se entera.
Y esa misma noche, cuando me puse a rezar antes de acostarme, me quejé a Dios por permitir que hubiera tanta injusticia y pobreza en el Sur y le pregunté por qué no pensaba en hacer algo en serio para solucionarlo…
Y Dios me contestó desde lo más profundo de mi conciencia: “Había pensado en ti para luchar contra la injusticia y la pobreza del mundo, pero tú no haces más que aumentarla”.
Escuchemos a Dios que nos está diciendo a cada uno de nosotros hoy: “TE HE HECHO A TI PARA HACER UN MUNDO MEJOR PARA TODOS”.
Decimos todos juntos:
Padre nuestro…
Dios te salve María…
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…