¡Buenos días!
Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
CONVERTIRSE
Convertirse no es cambiar, ni ser como tal persona. Convertirse es ser cada día más ti mismo/de ti misma: con tu originalidad, con tu personalidad, con todo eso que puedes ser, si de verdad te decides a serlo. Los modelos que tenemos delante no son para compararnos, son para animarnos a ser como ellos se animaron a ser.
Y recuerda que lo que Dios quiere de ti es que seas tú mismo.
Te quiere en toda la originalidad que eres. Sin añadidos, sin imitaciones.
Video – Conviértete https://youtu.be/8Yk-Lwi9LM0
Y llega, inoportuna, tu palabra:
¡Rasgad los corazones!
Podías pedir otra cosa.
Pero no, Tú, Dios, vas a lo esencial,
al corazón, a lo que nos duele,
allí donde casi ni sabemos lo que tenemos
porque pocas veces entramos en nuestro corazón.
¡Nos hemos acostumbrado
a jugar con el corazón de tal manera
que ya no es un lugar sagrado personal!
Pero llega tu palabra afilada:
¡Rasgad los corazones!
Señor, te lo confieso: me da miedo.
Me lleno de escusas
para seguir siendo como soy.
Pero llega tu palabra escueta:
¡Rasgad los corazones!
Señor, me resulta dura tu palabra,
pero quiero escucharla
y ponerla en práctica.
Que tu luz y tu fuerza me acompañen
para descubrir la novedad de corazón
que de mí esperas.
Decimos todos juntos:
PADRE NUESTRO…
DIOS TE SALVE MARÍA…
GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO…