¡Buenos días!
Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
PARÁBOLA DEL VERANO (Fragmento)
Claro que esperamos ya el verano
Claro que nos apetece levantar nuestros corazones hacia Ti,
Señor del Verano y de la Naturaleza.
Nos sentimos más cercanos
a la humanidad que somos
al cuerpo que somos,
y a todas las personas.
Comensales invitados
al gran banquete de la vida natural;
recibimos nuestra ración anual de calor
y de agua fresca.
Subimos a la montaña,
y allí estás Tú, Señor de las Alturas.
Bajamos a la playa,
y tus olas nos acarician,
Tu sombra bajo aquel sauce,
cobijándonos del sol de justicia.
Y qué es aquella fuente que mana y corre,
sino noticia fresca del Agua Viva
que eres Tú?
Y la sed que pasamos,
acaso no es imagen de esa otra sed de Infinito QUE LLEVAMOS
Y que Tú suscitas y colmas al caer la tarde?
El sudor de los camareros
y cervezas marchando,
la música en las terrazas,
la ciudad descongestionada,
las piscinas, la playa…
las puestas de sol
y la siesta nacional…
personajes y situaciones para la parábola del Evangelio del verano.
Todo nos invita a entonar
un canto de simpatía universal…
Decimos todos juntos:
Padre nuestro…
Dios te salve María…
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…