¡Buenos días!
Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
“LA SEMILLA QUE NO QUERÍA CRECER”
Hace bastante tiempo, no lo recuerdo muy bien, pasó un sembrador y fue dejando caer sus semillas. Con cariño les hablaba y decía una cosa a cada una: “Sé un árbol, para que se posen en ti las aves del cielo”. “Da buen trigo, para que pueda el molinero hacerte harina y ser luego un hermoso pan”. “Crece bien para soportar luego las dificultades”.
Y aquel sembrador salía todos los días a ver crecer el campo, y veía satisfecho cómo cada planta echaba sus tallos y sus hojas.
Sin embargo, entre todas aquellas plantas notaba la falta de una semilla que él había plantado, pero todavía no había salido a la luz. Todos los días esperaba verla aparecer con ansia. Observando, vio cómo dentro de la tierra se oía el rumor de la semilla que decía:
– “Sé que es hora de crecer, de salir de esta tierra que me rodea por todas partes, de dejar mis fuertes raíces aquí y salir a buscar otra vida. Pero ¿qué me pasará si salgo y no llueve suficientemente? ¡me moriré de sed! ¿Y si hace mucho frío? ¡Me congelaré! ¿Y si hace mucho calor? ¡Me abrasaré! Puede que alguien me pise y me aplaste…”
En otra ocasión se escuchaba como decía:
– “Quisiera ver el azul del día, ser un árbol fuerte, dormir a la luz de las estrellas. Pero si salgo y las cosas van mal, todo se acabará”.
Aquella semilla nunca se atrevía a crecer, hasta que un día, en medio de sus dudas y miedos, recordó lo que le dijo el sembrador cuando la puso en tierra: “Crece, porque te necesitamos”.
Cuando recordó esto comprendió que no podía permanecer más tiempo encerrada. Se puso a crecer y experimentó la alegría del sembrador.
REFLEXIÓN: Tú eres como esa semilla. Has sido plantado en este gran teatro del mundo. Una semilla que ha de romper sus ataduras y crecer: salir de ti mismo, arriesgarte, confiar y crecer sacando a la luz todas las cualidades que llevas dentro.
Tu familia, en primer lugar, tus amigos, compañeros, necesitan de ti, de tu alegría, de tu entusiasmo, de tu deseo de superación, de tu sinceridad, de tu confianza en los demás, de tu esfuerzo, de todo lo bueno que llevas dentro y que todavía ¿quién sabe?, aún no has dejado crecer y duerme en tu interior. Buenos días.
Tu fidelidad: https://www.youtube.com/watch?v=VgRUw7lmX7c
Decimos todos juntos:
Padre nuestro…
Dios te salve María…
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…