Jueves, 23 de marzo de 2023


¡Buenos días!

Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

LA ANUNCIACIÓN

Los cristianos celebrábamos el domingo la fiesta de la Anunciación. Por ello, hoy comenzamos la jornada recordando el pasaje del evangelio de Lucas que nos lo narra. En él María nos da un ejemplo de cómo acoger la novedad que Dios quiere en nuestra vida:

                                 Del evangelio según san Lucas (1,26-38):

A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. 

El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» 

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. 

El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» 

Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» 

El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» 

María contestó: «Aquí está la servidora del Señor; hágase en mí según tu palabra.» 

Y la dejó el ángel.  Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco, comentando este evangelio:  

«Siempre llama la atención la fuerza del “sí” de María joven. La fuerza de ese “hágase” que le dijo al ángel. Fue una cosa distinta a una aceptación pasiva o resignada. Fue algo distinto a un “sí” como diciendo: bueno, vamos a probar a ver qué pasa. María no conocía esa expresión: vamos a ver qué pasa. Era decidida, supo de qué se trataba y dijo “sí”, sin vueltas. Fue algo más, fue algo distinto. Fue el “sí” de quien quiere comprometerse y el que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa. Y yo pregunto a cada uno de ustedes. ¿Se sienten portadores de una promesa? ¿Qué promesa tengo en el corazón para llevar adelante?   (CV 44)

Magnificat – Kairoi    https://youtu.be/VN7UUvUHVJQ

Decimos todos juntos:

PADRE NUESTRO…

DIOS TE SALVE MARÍA…

GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO…

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