Martes, 27 de septiembre de 2022


¡Buenos días!

 Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen

Cierra los ojos, céntrate en tu interior, hazle un hueco a tu interioridad, a tu más profundo yo…

ABIERTOS

Regálanos UN CORAZÓN ABIERTO

Ábreme la puerta del corazón, (Señor),

que vengo solo y cansado del camino,

de mi vida descentrada.

Déjame sentarme contigo junto a otros que te quieren,

todos al amparo de tu amor, de tu ternura.

Regálame en la frente un beso de paz,

para que libere mis tensiones y mis preocupaciones.

Mis ojos están fijos en ti y esperan tu mirada delicada.

Mis manos se alzan hacia ti y esperan tu alimento y fuerza.

Mi corazón está abierto ante ti y espera tu amor.

Mis pies caminan hacia ti y busco llegar a tus brazos.

Ábreme la puerta del corazón, que vengo solo y cansado.

Ahora siento tu calor y tu cariño, tu ternura.

Ya no estoy cansado.

– Amén

Leemos: “Porque, habéis sido llamados a la libertad; servíos por amor los unos a los otros. Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, ternura, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí… Si vivimos en el Espíritu, obremos también según el Espíritu”.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,51-56

Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.

Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.

Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».

Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.

Palabra del señor.

Reflexión

En el Evangelio de san Lucas, “ir a Jerusalén” significa ir hacia su Pasión. El pasaje indica la hostilidad entre los judíos y los samaritanos. Sin embargo, la manera en que los discípulos manejan este tema, y la del Señor, difieren muchísimo. En la parábola de “El Buen Samaritano”, el samaritano es el héroe, y a través del Señor, enseña que cada uno/a es nuestro vecino/a y debe ser tratado/a como tal.

La Escritura nos muestra a Jesús rechazando la violencia y la venganza. La violencia aparece siempre en nuestras noticias diarias; pero no resuelve nada.

Decimos juntos:

Padre nuestro…

Dios te salve María…

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

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