¡Buenos días!
Iniciamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Hoy, Señor, nos dices que cuidemos las palabras porque son el reflejo de lo que pasa en el corazón,
hay palabras que nos hunden y machacan, pero otras, las mágicas, nos acarician el alma.
Nos mandas no matar al hermano y a menudo olvidamos que hay palabras que hieren y desangran la esperanza; qué bellas, sin embargo, las palabras limpias y tiernas, que nos elevan y nos animan a seguir bregando.
Palabras, palabras y más palabras, demasiadas palabras, Dios nos ha regalado dos orejas para oír y una boca para hablar.
Ayúdanos, Señor, a callar, enséñanos el arte de escuchar, cuántos necesitan nuestro silencio y un “puedes contar conmigo”.
Dame Señor, palabras de respeto y delicadeza que tiendan lazos y puentes con todos nuestros hermanos;
Y si me acuerdo de que alguno tiene quejas contra mí,
antes de acercarme al altar, dame la valentía de pedir perdón.
Decimos todos juntos:
Padre nuestro…
Dios te salve María…
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…